El Museo Bolivariano fue constituido oficialmente como institución el 24 de junio de 1911, en el marco de la celebración del primer centenario de la Independencia de Venezuela. Tuvo por primera sede un anexo en el Palacio de las Academias para luego establecerse en la Esquina de Pajaritos. El 17 de diciembre de 1960 se funda la actual sede en conmemoración al sesquicentenario de la Independencia. El origen del Museo Bolivariano se remonta hasta 1872, cuando Arístides Rojas le solicita a su amigo Antonio Leocadio Guzmán un espacio en la ciudad de Caracas para aplicar un principio de museo. Hoy el Museo Bolivariano es un referente educativo y cultural, donde se resguarda el mayor patrimonio histórico vinculado al Libertador Simón Bolívar, Francisco de Miranda, José Antonio Páez, entre otros tantos héroes de la patria.
Precedido por una calle de piedras, el Museo Bolivariano funciona en una casa de estilo colonial, de tres plantas, paredes blancas, techo de tejas y cinco grandes ventanas con rejas de hierro forjado. Su única entrada es a través de su puerta de madera de dos alas de casi diez centímetros de grosor, y con una altura mayor a los dos metros. Al entrar se observa un corredor que rodea a una fuente ubicada en el centro de la planta baja. Graziano Gasparini fue el arquitecto encargado de la restauración que tiene como fachada principal una fiel representación de la casa construida por Don Juan de Vegas y Bertodano en 1783.
A mano izquierda de la entrada, se encuentra este espacio que resguarda artículos personales que pertenecieron a nuestro Libertador Simón Bolívar. Entre ellas podremos encontrar piezas y utensilios de la vida cotidiana de la época del Libertador. La organización de esta sala busca humanizar al Libertador y desmitificar la figura inalcanzable del padre de la patria para brindarle una perspectiva a los visitantes de que este coloso fue en algún momento de carne y hueso. Entre los objetos que se podrán encontrar en esta sala están las tijeras con las que el Libertador se afeitaba, peines, un pantalón y bolso de mano que él usó, como también su vajilla, larga vista y libros que representan todos los ámbitos de su vida. Además de contener una variedad de obras que lo retratan desde su juventud hasta la adultez.
Al transitar entre una sala a otra en la planta baja, se encuentran una serie de tallados heráldicos, como también de otras piezas de piedra que rememoran este importante material durante la colonia, que servía para grabar distintas expresiones, tanto artísticas, canónicas y científicas. Además se hallan unos grilletes de la época colonial que simbolizan la esclavitud y la tortura que muchas veces estaban adheridas al mineral como representación de la institucionalización del castigo.
Estas salas ubicadas en la planta baja del Museo Bolivariano muestran diferentes objetos y piezas propias de la sociedad colonial. Escenográficamente se encuentra una procesión que abarca una de las salas y representa la importancia social de la vida religiosa. En las vitrinas se muestran distintas reliquias que ostentaban las clases dominantes evidenciando la riqueza que acumulaban. El contraste de esta sociedad se refleja en la siguiente sala frente a las relaciones que sometían a una clase productiva, mayormente esclavizada y relegada a la servidumbre. Cañones, relicarios, grillos y grilletes evidencian una época que se implantó por mas de 300 años en nuestras tierras.
Subiendo al primer piso, se podrán encontrar dos representaciones de este instrumento de defensa tan emblemático, no solo en toda la historia, sino también para nuestros procesos de emancipación. La lanza es un arma de asta, que consta de un mango generalmente de madera con una cabeza puntiaguda. Junto con el garrote, el cuchillo y el hacha, es una de las herramientas más antiguas y extendidas desarrolladas por la humanidad. Se utilizó prácticamente para todos los conflictos hasta la era moderna, donde inclusive alcanzó la actualidad en su forma de bayoneta. Las dos piezas representadas forman parte de nuestra historia y cultura, tanto del arma característica de nuestros aborígenes originarios, como de la pieza original que perteneció al mismísimo José Antonio Páez.
La gran sabiduría y liderazgo del Libertador entendía que no solo el brío y el empuje de las fuerzas patriotas podría superar en todo momento al enemigo imperialista. Es por ello que el orden y la disciplina era fundamental para el Ejercito Libertador, principalmente de un hombre tan riguroso y exigente como el padre de la patria. Por todo esto el Libertador se vio en la necesidad de imprimirle seriedad y prestancia a sus fuerzas formulando el 17 de octubre de 1813 el Reglamento sobre Uniformes, Divisas y Graduaciones de los Ejércitos de Venezuela. El Libertador definió el uniforme general de nuestro ejercito con “…casaca y pantalón azul de paño, vuelta y collarín encarnado, una sola botonadura por el centro y vivo encarnado”.
En esta sala se podrán encontrar piezas e instrumentos que simbolizan nuestra gesta independentistas, como también se representan a todos los combatientes que forjaron nuestros pueblos, buscando la soberanía de sus tierras portando objetos e indumentarias que nos llevan hasta la Guerra Federal, pero sin dejar a un lado elementos de nuestros padres de la patria, desde todo lo que les acompañó en esta proeza, como jaeces, escritorios de campaña e insignias.
Solo un pueblo en armas, unido por la voluntad común y mayoritaria de alcanzar su libertad, y centrado por un conductor brillante como Bolívar, conocedor y partícipe de la sensibilidad de los hombres y mujeres que forjaron la patria, era capaz de romper el yugo férreo que había sujetado a la nación por tres siglos, y que ante el ímpetu revolucionario de la independencia hincaba sus garras y reprimía con la mayor ferocidad.
En la sala se observan objetos conmemorativos de nuestros próceres de la independencia como espadas, sables, dagas y medallas. Una sección dedicada a la iconografía numismática del Libertador Simón Bolívar junto a otras preseas que representan diferentes conmemoraciones. Igualmente se encontraran retratos al óleos de nuestros padres de la patria, además de algunas litografías que no solo reflejan las luchas independentistas, sino también las guerras intestinas federalistas.
En esta sala se honra un aspecto que todas las personas enfrentaremos, como la muerte. El paso excelso de nuestro gigante universal a este plano extra corporal solo simboliza su inmensa grandeza en el mundo terrenal. La partida física del Libertador no pudo ser de otra manera que épica y mítica. Por ello el Presidente Chávez ordenó una exhumación a los restos mortuorios de Simón Bolívar para esclarecer las causas de su fallecimiento, de la cual este espacio alberga algunos de sus materiales heterogéneos, y en la que se utilizó toda la tecnología de última generación para recrear el rostro del padre de la patria. En esta sala se encuentra la urna cineraria que trasladó los restos del Libertador al Panteón Nacional, como también la urna de plomo diseñada por el Dr. José María Vargas. Por último una extensa iconografía del Libertador de artistas colosales, desde Arturo Michelena hasta el propio Gil de Castro, quien en palabras del mismo Simón Bolívar, fue quien retrató su imagen con mayor semejanza.